Disolución del fantasma

Publicado en
El Otro – Periódico del ámbito “Psi”
Año III – Nº 5 – Julio 1996

Disolución del fantasma:
acceso a “Lo Psíquico”
 

Autor: José Luis Parise

En 1921, Freud envía una carta a Carrington – editor de uno de los periódicos de Ocultismo más importante de ese momento y director del American Psychical Institute- declinando formar parte del Comité Consultivo de esa Organización. Pero pese a tal decisión, una clara ambivalencia parece habitar en Freud relacionada con lo que puede encuadrarse respecto del término “Ocultismo” pues, al mismo tiempo que rechaza tal ofrecimiento, expresa: “… Sí me hallara en los comienzos de mi carrera científica, en lugar de estar en el final, tal vez no elegiría otro terreno de investigaciones a despecho de todas las dificultades que presenta”.
Tal posición ambivalente, de ningún modo se limita al episodio recién citado, y en realidad se observa con total nitidez a lo largo de toda Su Obra. Vale atender a que la Carta recién citada, será protagonista de un curioso hecho, cuando ocho años después George Lawton se la menciona para interrogarlo … y Freud se enoja no reconociendo que haya hecho semejante afirmación. De más está aclarar que tal Frase sí existió, pues Nandor Fodor pudo hallar, tras una larga investigación, la Carta en juego, que efectivamente contenía ese Dicho que había sido reprimido; y que retornará con tal perentoriedad que – de acuerdo a la versión fílmica sobre la Vida de Freud- es precisamente el que figura nada menos que en Su Epitafio.
Hay Otros episodios que atestiguan inequívocamente dicha ambivalencia de Freud hacia el Ocultismo, que no citaremos aquí, pero que han sido trabajados en textos tales como “Freud y el Ocultismo” (Moreau, Ed. Gedisa), “La Videncia y El Inconsciente” (Laborde-Nottale, Ed.
Paidós), etc. De todos modos, no es necesario realizar una investigación desmesurada del tema para acceder a ver que la posición ambivalente de Freud respecto del Ocultismo, remite a otra ambivalencia que en él dejó profundas huellas durante décadas: “Lo Oculto”, era sinónimo de Jung; a quien, precisamente, Freud amó-odió tanto como al Ocultismo.
No puede desconocerse que, lamentablemente, muchos Psicoanalistas, aún hoy son prisioneros de aquel enfrentamiento histórico, y están respecto del Ocultismo atrapados en los mismos prejuicios que Freud, al menos, reconoció tener, cuando en la misma Carta dice: “… no puedo desembarazarme de ciertos prejuicios de materialismo escéptico que llevaría conmigo en la investigación de los hechos ocultos …”. Pero también es necesario atender a que los prejuicios – que hacen imposible toda ubicación en el Discurso del Analista- empezaron a ser vencidos por Lacan, quien en no pocas ocasiones hace referencias productivas – y respetuosas – a Autores, Conceptos y Textos que se enraízan en Lo Oculto, tales como Mencio, La Cábala, Los Hexagramas, El Zen, y muchos otros, llegando hasta el extremo -ya desde El Seminario 1- de homologar la Función del Analista con la del Maestro Zen.
Si bien es cierto que también dice que “El Psicoanálisis es anti-iniciático”, también aclara que el concepto de “Iniciación” ahí referido es el de algo que es donado por Otro; salvedad que es exactamente coincidente con lo sostenido en Ocultismo, si no se cae en la confusión habitual -y prejuiciosa- de identificarlo respecto de las llamadas “Ciencias Ocultas”. Si desde un primer momento, el Psicoanálisis se constituyó como una Vía Occidental de Acceso a lo Oculto, si Freud entendió que la continuación de Su Obra, estaba en la Investigación de “Lo Oculto”, si Lacan en la menciones que hizo al respecto demostró que ambas cuestiones se ocupaban de un mismo Campo … ¿no ha llegado el momento de quebrar las barreras y adentrarse seriamente en las Investigaciones necesarias que permitan Integrar la Vía Occidental y la Vía Oriental de Acceso a Lo Oculto?. Más aún si se tiene en cuenta lo que parece ser evidente para todos menos para los mismos Psicoanalistas: que las vertientes habitualmente tomadas por las Escuelas de Psicoanálisis que sobreviven en el mundo, muestran haber desgastado y saturado el interés del público en general; mientras que es obvio que el interés por “Lo Oculto” crece en forma continua e irrefrenable.
Por supuesto que eso no bastaría para Integrar hacia ahí el Saber del Psicoanálisis, pero sí se suma como motivación importante a algo sorprendente que se devela en cuanto se profundiza realmente en El Tema: el Trabajo realizado a lo largo de cada temporalidad que constituye Un Análisis, coincide hasta niveles insospechados con el Trabajo que El Maestro realizaba con quien se le acercaba pretendiendo Iniciarse Ocultismo.
Si bien esto puede desarrollarse en forma tan meticulosa como rigurosa y sorprendente, por razones de espacio tomaremos algunos puntos determinantes: lo primero que puede verse en cualquier testimonio de Iniciación es la clara y continua instalación Transferencial que el Maestro permitía que se produzca, y cómo era desmontada cuando su cara resistencial impedía el Trabajo. Puede suponerse que en realidad “eso” era simplemente algo inevitable, y no algo “permitido” por el Maestro … pero la cuestión se torna inequívoca y rigurosamente homologable al Trabajo Analítico cuando se advierte el Campo en el que se desarrolla toda la tarea.
En efecto, Tal Iniciación, se llevaba a cabo tomando como continuo y central Campo de Trabajo e Intervención a un Concepto que occidente deformó totalmente, pero que muestra su Coincidencia con el Psicoanálisis cuando se lo conoce en su Sentido Original: toda intervención, toda Enseñanza que el Maestro realizaba sobre el Discípulo debía ser “siguiendo el Tao” … y pocos saben que el verdadero sentido del término, no es Otro que el de “Decir”.
Resulta escalofriante develar que El Tratado Oculto más Profundo que se conoce sobre la lógica de la Acción -el “Wu Wei'”- dice que el verdadero concepto del Tao es el Decir, al que se debe dejar fluir y seguirlo como Guía; obviamente ante tal Revelación, se hace redundante toda aclaración de cómo el Psicoanálisis se constituyó en la Vía Occidental que Enseña “eso” mismo: que “Lo Oculto” se devela dejando fluir y siguiendo el Discurso.
Cuando a partir de Referentes como esos comienza a advertirse cómo todo el sistema de creencias, de preconceptos, de ideas preestablecidas, es seguido en los Dichos del Discípulo y puesto bajo el fuego cruzado y continuo de las Intervenciones del Maestro hasta que ese sistema se devela inexorablemente como la cárcel que impide toda Iniciación; empieza a asistirse al corazón de los primeros tiempos -que suelen durar años- del trabajo en Lo Oculto, y que vuelve a ser rigurosamente homologable con el centro del Trabajo Psicoanalítico: la disolución del Otro y su correlativa disolución del ego.
Disolución del Otro, disolución del ego, disolución del objeto que se es para ese Otro, disolución del fantasma; conceptos solidarios entre sí, y que constituyen “el fin del Análisis”.
“Fin” del Análisis … que coincide exactamente con El Inicio de los Tramos más avanzados de Toda Iniciación.
Es decir que acá, es donde ya El Camino del Ocultismo trasciende al Trabajo Psicoanalítico: si el Otro era el polo desde el cual se nutrían todos los valores, todos los saberes y toda acción del ego -que se constituye como objeto de ese Otro- ; atravesado ese polo, es posible nutrirse de cualquier saber, hecho y energía que se desee. Se hace rigurosamente posible usar del Universo fuerzas que a Occidente le parecían sólo producto de fantasías, pero que en Ocultismo descubrimos como espléndidamente utilizables y certeras; y que, afortunadamente, Occidente en sus campos de Saber más avanzados – como en la actualidad, con una contundencia realmente abrumadora la Física Cuántica “descubre” y confirma creciente e inexorablemente.
Pero si acá es donde El Ocultismo trasciende al
Psicoanálisis, no debe perderse de vista que cualquier logro que pueda alcanzarse en cualquier Iniciación, sólo es posible gracias atravesar, a abrir el polo del Otro; nada Trascendente puede alcanzarse mientras se esté como objeto de lo que viene ahí. Para decirlo más directamente: El Camino del Ocultismo es perfectamente posible pero únicamente tomando al Psicoanálisis como Puerta de Entrada.
Ahí es donde se equivocó, haciendo inaplicables sus teorías, Jung: se fascinó con lo que trasciende al Otro, pero sin ocuparse del Trabajo Inicial que permite atravesarlo.
Pero, precisamente, quedar atrapados en los enfrentamientos de las generaciones anteriores, es parte de ese Otro; y es a los Psicoanalistas actuales a quienes nos toca atravesar eso que del Otro se mantiene y permanece como roca de su historia, que aún el Psicoanálisis se permite no disolver. Representación que actualiza el peligro ya advertido por Freud en su ejemplo de qué ocurría si en una ciudad se permite a los ladrones vivir guarecidos en algún sector: toda la ciudad está bajo acechanza. Y esto no se trata solamente de una graficación; todo el psicoanálisis está asistiendo efectivamente al creciente peligro de desaparecer si no advierte a tiempo que deben ser transcendidos los horizontes de lo que entiende por el Trabajo en Lo Psíquico.
Es tiempo de entender que Lo Psíquico no se reduce a lo Fantasmático.
Y mostrar que el Psicoanálisis, en su eficacia para disolver al Fantasma, es una excelente Puerta De Entrada al Ocultismo, permite respetar e Integrar los esplendores que “Lo Psíquico” pide situar ya desde su vertiente etimológica Original, donde no sólo abarca el reduccionismo al que se lo ha limitado en la actualidad: “la problemática subjetiva”, sino que Comprende precisa y rigurosamente a “eso” que el Psicoanálisis no alcanza a incluir, y que desde siempre es Centro en Ocultismo: La Psykhé griega … nada menos que El Alma.