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El poder y movilización que provocaba el Plenario de Septiembre, con todo lo que JL había preparado, daba las  señales de la dimensión del tema desde días antes. Señales que JL atendió a tiempo.

En dicho Plenario Recorrimos los Secretos de Buda de los que que ni los mismos budistas conocen ni  sospechan. Paso a paso fuimos escuchando el discurso del representante del budismo, el dalai lama, para detectar las confusiones que en lo que decía y predicaba se sucedían. Confusiones que sólo se instalan si se desconoce a Buda. JL nos condujo a discernir con El Método de la Magia, esos términos que están confundidos en el budismo y están entonces a favor de más extravío: dependencia y condicionamiento.
En un muy emotivo desarrollo, Aprendimos que en la Enseñanza, cuanto más se avanza, más hay que aprender a discriminar tales conceptos, para usarlos como corresponde y avanzar.
En ese mismo Plenario, ordenamos, en un RePaso inmenso, los términos fundamentales en la Enseñanza de Buda, y comprendimos que Buda formó también Maestros y Enseñantes. Más allá de los marcos temporales del ego y de la creencia de que para formar un Maestro se precisa sólo el tiempo que dura una vida, vimos lo que es lógico una vez visto: quien encontró a Buda en sus Enseñanzas originales, aprendió de él y aprendió a formarse como Maestro con Buda es, soprendentemente, Cristo.
En la temporalidad del yo no se encuentra lo que visto desde Enseñanza se hace claro, el hilo conductor entre Maestros, que aprenden unos de otros. Como luego Mahoma aprenderá de Cristo, y dirán las escrituras -haciendo un juego con lo temporal- que Cristo era mahometano. Tal como hizo Lacan, aprendiendo de su Maestro Freud; o JL cuando de cada Maestro de la humanidad aprende y se forma a sí mismo como Maestro.
En Buda nos mostró que cuando se forjó como Maestro, y Enseñaba en su época, tuvo que atravesar no sólo la traición del discípulo, sino que el que hasta hace un momento era un discípulo, se convierta en quien lo quiere matar. No sólo entra en categoría de kuffar -quien luego de conocer a una Enseñanza, se desentiende de ella-, sino en categoría shirk, el que además se pone en contra de la Enseñanza y pretende bastardearla.

JL nos contó que Buda se las vio ante eso y que lo atravesó. Quien había sido su discípulo más cercano, se transformó en su enemigo en cuanto tuvo que avanzar más allá del lugar de discípulo. Enemigo porque literalmente quiso matar a Buda, primero arrojándole una roca desde lo alto de una montaña y luego con un elefante.

JL nos enseña todo esto, porque estamos en ese tiempo. Porque todo aquel que desee ir más allá del nivel discípulo, y pasar al Nivel Maestro -nivel al que estamos convocados en esta época- tendrá que dar respuesta y atravesar ese mito. Su nombre, algunos de nosotros, lo conocemos. Pues eso mismo es lo que en encuentros en La Sutil hemos plasmado, al seguir el mito al pie del guión.
Sucedió exactamente en encuentros en La Sutil,  que mientras estábamos teniendo un Momento y nuestra posición desde la cual fuimos era de eternos discípulos …un adorno con forma de elefante cayó muy cerca de la cabeza de JL, ¡desde lo alto de una estantería! En ese mismo momento JL se dio cuenta que ¡¡¡eso hacía referencia al mito!!!
Los dos mitos integrados -la roca y el elefante- en uno, del discípulo queriendo desplazar al Maestro en sí mismo! …y en eso -tanto en el mito Buda, como en la situación JL-, el Maestro siendo asistido por la casualidad favorable, ¡sin daños!
Nos mostró JL, que llegando cierto recorrido, es necesario pasar por ese lugar del mito, y atravesarlo. Pasar del lugar de discípulo eterno al Lugar de Maestro. Donde se terminan las excusas, las justificaciones,  y cada quien depende de sí mismo.
Mientras Escuchábamos a lo que JL ubicaba de la Apasionante historia de Buda y todo lo que atravesó para llegar a “La Iluminación”… de pronto una frase que dijo nos sorprendió sobre manera. Con la continuación del relato comprendimos su poder.
En qué circunstancia él conoció a ese que era el discípulo de Buda. Se notaba que tenía mucha resistencia a contar esa historia personal, pues es muy triste.
Su amor por Buda es muy fuerte desde el principio, y si bien luego comenzó estudiando y hablando más de Cristo, Buda fue uno de sus primeros contactos con la Enseñanza.
A sus 11 años ya estaba interesado en conocerlo. ¡¡¡Es Increíble que un niño de 11 Años se interese en estos temas!!! Y con Buda conoció a su discípulo.
En esos tiempos JL ya leía muchísimo e iba a los centros religiosos a confrontar y exponer sus ideas ante quienes eran los referentes de esos lugares; y tenía un grupo -“una barra”- con quienes él ponía en práctica lo que descubría de sus lecturas.
Un día donde se reunía con la barra, en un centro budista, llegó la noticia de que viajaba a Buenos Aires a dar unas conferencias en el Jardín Japonés un grupo de selectos japoneses que prometían hablar de energía, del Chi, tema que especialmente interesaba a JL. JL, fascinado por el tema porque él pensaba en ese tiempo que sabiendo manejar la energía se le ahorrarían muchos problemas, decidió ir.

La oportunidad, como siempre, ¡significaba un borde! Y un gran alargue de circuitos. La entrada, aunque era barata, para un niño de su edad era ¡de un precio inaccesible! Pero su deseo era aún mayor que el valor de la entrada. Por lo que calculó “cuántos lavados de autos tendría que hacer para llegar a pagar eso” …y por más que quisiera, en la casa entre familiares sumaban hasta cuatro autos… por lo cual tuvo que proponer otras cuestiones para recaudar el dinero. Hasta fin de ese año entonces ya tenía la labor de lustrar zapatos y lavar los autos.

¡Tendría su entrada para escuchar el tema que lo despabilaba!
El día del seminario fue con “su barra, la pesada de los budistas” al  “Jardín Japonés”. Mientras escuchaba al japonés disertar, el grupo que lo acompañaba se empezaba a poner inquieto, pues lo que él decía nada tenía que ver con las expectativas de ellos… y todos esperaban que  JL haga uso de su facilidad de palabra e interrogue al japonés.
Y ahí fue:
—Yo vine a escuchar que usted hable del CHI, y ¡no lo está haciendo! Yo pagué mi entrada para escuchar eso. Fue el primer encuentro de JL ante ese personaje que nos introdujo en el PHI. Ese que de pronto lo vio de frente, sin saberlo, sin conocerlo.
El Maestro, en un inentendible español japonés, le dijo:
—¡…eevadatta!
A lo que JL arremetió:
—Sí, ya sé que la entrada es barata, pero ¡vine a escuchar que usted hable del CHI!
El Maestro, en un grito y señalándolo a JL decía:
—¡¡…eeevadataaaa, eeevadataaa!! —Y le mostraba una imagen que JL no conocía.
JL, continuaba:
—Sí, ¡ya sé que la entrada es barata…!
Y así…
Sucedió que uno del grupo que conocía la imagen que el japonés con tanta insistencia le mostraba a JL le explicó -después- qué era y quiénes eran esos personajes.
Ese Maestro le decía que JL hablaba desde el mismo lugar que Devadatta en el mito. Le estaba mostrando algo mucho más grande que JL comprendería después. Y luego de un tiempo se encontraría ante ese Maestro para que le enseñe de aquello que tanto le interesaba y le muestre cosas únicas respecto al CHI y su ideograma.
Esa figura es la misma que hoy JL nos está mostrando, con toda emoción y rememorando aquella primera vez en que JL conoció a Devadatta.
Y que tanto le enseñó, para pasar del lugar de discípulo a Maestro, por lo cual hoy es posible nos diga desde él mismo haberlo atravesado: “No llegarás a Buda sin pasar por Devadatta”.
Conmensurable del cambio de su posición es que en se mismo lugar, años después en El Jardín Japonés, JL presentó su primer Libro El Viaje Iniciático… regresando a ese lugar y fundando su Lugar Maestro.

Olga Beatriz Raimundo     Mariela Bianchi           Cristina Morales