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Cuando tenía 7 años fuí a Disney con mi padre, mi madre y mis tíos y primos que viven en  Canadá. Era la primera vez que iba al “Mágico Mundo” y desbordaba de felicidad.

Caminaba con la alegría de una niña que va por primera vez a un hermoso parque. Cuando vi frente a mí el “Trencito Minero”, sin dudarlo, dije “Quiero ir” e insistí mucho hasta que todos accedieron.

Cuando estábamos haciendo la fila para acceder al lugar, mi mamá me preguntó reiteradas veces si yo estaba segura de querer ir ahí y mi respuesta siempre un taxativo “¡no!”. Había en sus preguntas algo raro… un marcado interés en que yo respondiera que no, alegando que una vez el juego estuviese en marcha, no me podrían bajar.
A pocos minutos de subirnos, en la parte más alta, mi tío Tito me preguntó también si tenía miedo y le dije que ¡no!
¿Por qué persistían tanto en preguntar eso? Vivía en un piso 10, ya había viajado en teleféricos y aviones: la altura no generaba en mí problema alguno.

Evoco ese momento y no sé ni cuando subí al juego, ni cuando bajé. Sólo viene a mí la angustia del momento en el que estuve allí dentro y que era tanto el pánico que sentí, que pensaba que me iba a morir. Mientras me aferraba a la baranda del tren que avanzaba a toda velocidad, en voz alta y entre lágrimas, le rezaba a Dios que me protegiera de la muerte.

Mi papá me decía “no pasa nada, es sólo un entretenimiento” , mi mamá me decía en tono jocoso “Ay Juli, no pasa nada”… pero en el único momento en que me animé a abrir los ojos vi que mi mamá también tenía los ojos cerrados, y se aferraba a la baranda, igual que yo.

Hoy me pregunto si acaso era mi madre la que en ese momento no quería subir… porque, luego de eso, seguimos paseando por todo el parque de diversiones, pero yo ya no subía a esas atracciones para en cambio quedarme con mi mamá, mientras otros iban felices a los diferentes juegos. Se divertían mientras nosotras nos quedábamos abajo.

Algunos años después, a mis 12 años, también fuimos a un parque de diversiones, a modo de premio por haber terminado la escuela primaria. Y otra vez se repetía la historia: subí a un cubo gigante pero la altura me apabulló y no pude seguir.

Cuando a los 27 fui a Italia a una rueda de la fortuna que no tenía ni 3 metros de alto… ¡entré en pánico y me tuve que bajar! Mi novio tuvo que contenerme ahí y también a los 30 cuando subiendo en teleférico al Pao de Azucar me aferré a él y cerré los ojos hasta llegar a la base, temblando.

Todo signado por aquella experiencia a mis 7 años. Aquella experiencia diseñada especialmente para perpetrarme en el lugar de niña, y que cada tantos años se me presentaba como Oportunidad de dar el Paso hacia un Lugar Más Allá de la niña… Paso que durante años “logré” evitar. 

Y hablando de años… hace 10 que estoy en Enseñanza y Gracias a mi Interés en Sostenerme en los Niveles Más Altos de Enseñanza tengo la fortuna de Compartir con JL, Marcela  y mis Aliados muchos Mágicos Momentos. Mágicos, precisamente porque en ellos Atravesamos Bordes y porque nos Enseñan que El Paso hay que darlo en “Lo Sutil”.

En junio de 2018 primero en España, compartí un Viaje en el que JL atravesó sus propios Desafíos abordando temas como la Sublimación, que únicamente esta Escuela se atreve a brindar en la Profundidad y Utilidad que tal temática merece y dónde abrió nuevos Caminos, como por ejemplo el hecho de que ahora no sólo JL da notas en la radio, sino que también lo hacen Compañeros Avanzados. El mismo Viaje en el que Thomy y Luzyo Aplicaban también Método (dentro de lo que a un niño le es posible Aplicar) para Lograr más y más firmas en sus camisetas de fútbol, de parte de jugadores de la Selección Argentina, Aprovechando la gran Casualidad de que a semanas de comenzar el Mundial Casualmente se alojaban  en el mismo Hotel que la Selección nacional. Después de todo eso… ¡bien Merecían un Paseo  a la Altura de semejantes Logros!!!

Ahí estábamos Acompañando al Cuadrado Mágico (como nos gusta llamar a JL, Marcela y sus hijos Thomy y Luzyo), Damián, Carolina, Javier y yo.

JL y Marcela me Enseñaron que siempre que se viaja a un Lugar, para que el Lugar te Reciba, primero tienes que Recibir tú al Lugar… ¿Y qué Mejor Lugar para Recibir a Londres que “LA RUEDA MANDÁLICA”, o sea, LONDON EYE?

En una tarde hermosa de verano Londinense, mientras otra vez, yo rezaba para que el lugar estuviese cerrado… el miedo a “la altura” me tomaba un poco más en cada paso que dábamos hacia la atracción. 

Traté de disimular mi pánico; las manos me transpiraban, las piernas me temblaban.

Como no puede ser de otro modo… El London Eye estaba abierto… y me miraba con ojos de desafío.

Mientras hacíamos la fila, me animé y le dije a JL que yo tenía miedo de subir. Le dije que “él mas que todos debería entenderme”- en alusión a que JL también atravesó el vértigo a “la Altura” en un Viaje de Enseãnza, años atrás-, a lo que, astuto, JL, en medio de la fila, me dijo “por eso mismo, Usted debería HABLARLO!”.

La entrada al lugar era inminente, y ya cuando estábamos por ingresar nos frena un guardia avisando que subiríamos en el próximo teleférico. JL, como siempre, atendiendo a cada detalle, muy amorosamente me dijo: “mire el nombre que dice esa remera”… y, para Mi Sorpresa, el señor de control llevaba una remera que decía “MERLÍN”!!!! Nombre alusivo a “LA MAGIA” por excelencia, que mostraba que cuando se decide atravesar un Borde, la Magia se hace Presente.

En ese momento tuvimos que ingresar al teleférico. Procuré sentarme y quedarme muy quieta, lejos de los vidrios. Me temblaba todo el cuerpo y estaba sentadita, muy quietita, me sudaban las manos. Mientras yo pensaba que podría realizar esa experiencia “aguantando”, con los ojos cerrados -como aquella traumática vez- JL, además de ser un gran Mago, es un Excelente Psicoanalista, con toda su Amabilidad, me tocó el hombro yme invitó a levantarme guiándome hacia el ventanal, hacia el borde.

Muy serenamente me hizo ver cosas que había en el piso, lejos, ¡muy lejos! Que mire los “patitos”, que vea las personas caminando allá tan lejanas… Yo  seguía atentamente lo que él me indicaba, y noté que mi cuasi llanto fue transformándose en una cuasi sonrisa.

De pronto él me dijo: “¡bien! se aflojó, por vía del síntoma, pero se aflojó”.

Mi apellido es “BARReyro” y, como cada palabra, esas letras comparten muchas letras con otras palabras, como, por ejemplo, con la Palabra “BARRa”.Y como yo en ese momento me agarré a la barra, como cuando tenía 7 años, él me hizo ver hacia eso misma actuación pero que ahora yo estaba haciendo posible algo que para mí no había sido posible a esos 7 años.

Quiero destacar que JL siempre está atento a muchísimas cosas a nivel de la Estructura de cada Quien, de nuestros significantes, es realmente alucinante. Fue sumamente Amable conmigo, muy tierno. Me cuidó mucho en todo lo que me fue Guiando mientras turistas de todas las nacionalidades, nos miraban sin comprender.

Tuvo la amabilidad de Brindarme los mismos relatos y “qué haceres” que Él mismo hizo para vencer en Él “el miedo a las alturas” en Aquella Montaña junto al Chaman. Mi Chaman es JL y mi montaña fue el “London Eye”.

Mientras yo hacía las pruebas, sentía que el piso se movía fuertemente. Aun así , yo siempre confié y confío en JL!!!! Por esa confianza, él me dijo que ahora, tenía que hacer esas pruebas de “estabilidad” sin agarrarme a la barra.

Cuando menos lo pensé, JL me hizo visualizar lmi Resultado, me hizo asociar ese Momento de atravesamiento de Borde con Mi Resultado de Cantar mis canciones por el mundo. Me hizo ver que todo eso que yo veía eran cabezas en un estadio lleno de gente que iban a escucharme a mí.

Me Orientó a que yo derive esa Energía a lo que yo Quiero Lograr respecto de la Música. Y también me mostró la relación entre tenerle miedo a la altura y tenerle miedo a La Altura, pues “llegar Alto” fácilmente se traduce en tener éxito, triunfar, lograr cuestiones importantes, etc.
Como enseña La Enseñanza, el Universo es Sutil y lo más sutil son las Palabras. Ese miedo a la Altura que yo sentía, reflejaba también mi miedo a ser Exitosa en el Mundo de la Música.

Recordando también aquella escena infantil en la que mi madre me preguntaba insistentemente respecto a mi Deseo de ir o no al “trencito minero” con una clara e  inconsciente intención de que ambas quedáramos por fuera de “la Altura”, y traduciéndola a lo que hoy JL me hacía ver respecto de la relación entre ese miedo y mi Resultado, cabe contarles que mi madre ama cantar, fue corista y que, aunque escribe, jamás llegó a tener su propia banda ni a escribir canciones. ¿Acaso ese miedo a la Altura que me tomaba era entonces un síntoma al servicio de quedar ambas “abajo” tanto de la montaña rusa como de la Música? 

JL me mostró que como hacía 3 minutos atrás yo ni  habría imaginado que estaría ahí arriba, todavía no imagino siquiera todo lo Alto que Lograré si Me Dirijo a mi Resultado. 

Cuando concluimos la Vuelta en el “London Eye”, JL Mostró que ese día fué 11, Número Maestro. 11 de Junio que jamás olvidaré.

Si piensan que acá termina lo que tengo para contarles al respecto… ¡¡¡ni se imaginan lo que voy a compartirles en la próxima!!!


Julieta Barreyro