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En mi primer año en enseñanza tuve la oportunidad de recorrer uno de los momentos de crecimiento más importantes de nuestra escuela E.D.I.P.O.

En ese momento, no logré comprender lo que estaba viviendo y aún hoy creo que hay muchas cosas por descubrir, pero con el tiempo y con recorrido descubrí algunas de las cuestiones de lo que significó la escritura y presentación del primer libro de la E.D.I.P.O. que no fue escrito por J.L…. que no fue escrito por J.L. de manera literal, pero que contiene en sus páginas la historia de la escuela y de la vida del enseñante.

Me gustaría abrir haciéndonos unas preguntas: ¿Qué haríamos si nos damos cuenta de que una persona que está a nuestro lado todos los días, no considera, ni valora, lo que alcanza en su vida? ¿Qué haríamos si esa persona está convencida de que a nosotros nos funciona algo que a él/ella no?

Muchos ante esa situación seguro se enojarían, intentarían convencer al otro de que están equivocados, no se interesarían, pensaría que es mejor que el otro lo descubra solo, lo usarían para burlarse y otras decenas de posibles reacciones automáticas. Seguro nosotros no haríamos eso… me refiero a otras personas…

J.L. nos enseña que lo humano siempre responde desde lo humano, que si buscamos respuestas en el mismo cajón de siempre, encontraremos más de lo mismo. También nos enseña que lo que nadie nos ha enseñado es a dar respuesta, que lo que habitualmente hacemos es pelearnos con el otro, contestar por contestar, quedarnos callados, hacer berrinche, etc., pero nunca consideramos implicarnos en esa respuesta que damos. J.L. nos brinda muchísima claridad siempre, y particularmente en este punto cuando nos dice que estamos habilitados a dar respuesta ante el otro, cuando hemos logrado darnos respuesta de Eso a nosotros mismos, y es en los sonidos, en los significantes, en donde está la clave para descubrir lo oculto que nos atrapa.

Fue así que J.L. aplicando en su vida lo mismo que nos enseña, escuchó esta frase dicha por uno de los integrantes de la escuela: «La magia solo le funciona a J.L.». Imagínense… Tremendo golpe para J.L., tremendo golpe para la escuela, ¿pero era cierta esa frase? J.L. escuchó, comprendió y luego operó. Hizo tal vez lo que nadie haría, a pura demostración de que hace un enseñante que aplica método en su vida, que respira enseñanza iniciática, y que considera siempre a quienes enseña, en lo universal y en lo particular. Les propuso a todos los integrantes de la escuela, de todas partes del mundo, crear un libro, pero no cualquier libro, un libro diferente que contara el resultado de lo que cada uno había alcanzado aplicando método en su vida. ¡Brillante, magnífica y desafiante propuesta de mago! ¡Una genialidad de respuesta que pocos, y me animo a decir ninguno en la humanidad, lograría entender si no está en enseñanza!

Si aún no han recorrido videos en los que J.L. enseña del Wu Wey, los invito a que los recorran y se aventuren por ustedes mismos a descubrir qué aplicó J.L. con esta herramienta milenaria, en esa propuesta que realizó a toda la escuela.

Los que conocen los libros de J.L. ya habrán descubierto a qué libro me refiero: ¡Sí! A.M.I., «Anécdotas de Magia iniciática», ¡excelente título!

El libro es una belleza y más lo fue aún ¡la presentación en la feria del libro! Compañeros de todo el mundo acudieron a este encuentro en una de las ferias del libro más reconocidas, en una sala repleta de gente, con música de aliados, con la presentación de cada uno de las aplicaciones de quienes escribieron su propia anécdota en el libro, se creó allí el más bello ambiente para estar in situ o para recorrer el encuentro por internet, como yo lo hice esa vez. En la página de la escuela se puede recorrer ese hermoso momento, y quienes ya lo vivimos, tenemos la brillante oportunidad de revivirlo en nuestras vidas.

J.L. dio respuesta a “esa” frase con un acto desafiante para él y para toda la escuela, se alcanzó la creación del libro y la escuela celebró el brillante resultado. Más allá de lo denso hay algo sutil que impacta tan fuerte que aún hoy lo sentimos vibrar. J.L. dejó anotado en las páginas de A.M.I., en todos los que formamos parte de la E.D.I.P.O. y en la humanidad, una frase que jamás olvidaremos: “La enseñanza… ES la respuesta”.

Juan Ignacio Costoya