Hasta el 2018 yo creía que conocía qué es el perdón. Y cuando en una reunión de Formación de Enseñantes Marcela, la mujer de José Luis con quien dirige La Escuela, lo mencionó, me di cuenta que realmente yo no tenía idea de lo que significa el perdón y menos aún del uso que darle. Gracias a esa reunión José Luis decidió enseñarnos lo que los Iniciados como Cristo, Buda y Mahoma, enseñaron del Perdón.
José Luis, en 2 Jornadas de Plenario preciosísimas nos mostró lo fundamental que es el Perdón en la vida de toda persona; más allá de la cultura, edad o creencia, todos al menos alguna vez nos “enfrentamos” a una situación relacionada con perdonar o con ser perdonados, y lo que sucedió a partir de eso nos habla directamente y repercute en nuestras vidas mucho más de lo que podemos imaginar ¡tal como verán hacia la conclusión de mi anécdota! También nos Enseñó en qué consiste el Perdón en Iniciación, que es muy distinto a lo que yo creía y lo que había aprendido. Ojalá que si están leyendo esto les den muchas ganas de recorrer qué nos Enseña JL del Perdón en Iniciación ¡¡y lo hagan!! ¡Porque es realmente un tema que abre universos, muy necesario y liberador!
Lo que yo voy a contarles es una anécdota de Año Nuevo festejando en La Sutil, la quinta de JL y Marcela y lo que gracias al perdón aprendí ese día tan especial.
Mientras los Compañeros y Dirección almorzábamos a la sombra de un hermoso árbol en el jardín, JL nos invitó a continuar con un juego de tarjetas que había empezado la noche anterior y que ya es un clásico de fin de año. Para mí era totalmente nuevo porque era la primera vez que celebraba el 1.º de enero en La Sutil y tampoco conocía el juego de tarjetas hechas especialmente para La Escuela. Alguno de los que allí estábamos sacaba una tarjeta al azar que podía tener: una pregunta, una frase para responder, una imagen y hasta podía estar vacía. Dependiendo qué salía, quien había tomado la tarjeta tenía que responder relacionando lo que la tarjeta decía a alguna experiencia en La Escuela. Luego, esa persona elegía a alguien para que continúe y también tenía que argumentar por qué a esa persona.
Al principio yo estaba muy nerviosa porque no entendía el juego y no sabía lo que podía llegar a pasar. Poco a poco, al escuchar a los Compañeros fui entendiendo las reglas del juego y también me emocioné, me reí y disfruté de lo que, gracias al juego, JL nos iba mostrando con lo que cada quien respondía. Hacerse el lugar para hablar en los momentos con Dirección siempre es para bien, ya que JL valora lo que cada quien pone en juego y nos realiza aportes superprecisos que en un segundo te muestran lo que quizás en 10 años de análisis jamás llegaste a comprender de vos misma/o. También JL aprovechó ese momento para aportarnos a todos en general mostrándonos qué hacemos cuando nos reunimos entre nosotros, haciéndonos ver que cuando pretendemos responder o aportar, hacemos lo contrario y alejamos. Y eso lo pudimos ver en el momento, con lo que iba sucediendo en el juego.
Con la escucha superafilada y atento a todas las señales, JL iba conduciendo el juego casi imperceptiblemente y nos mostraba la relación de lo que sucedía en el juego con lo que nosotros hacíamos. Sin darnos cuenta, transformábamos el juego en aburrido y eso pasaba cada vez que no cumplíamos las reglas. Era impresionante, cuando en vez de responder lo que estaba en la tarjeta decíamos otra cosa o alguien quería responder cuando no era su turno, indefectiblemente al instante se iniciaba el caos, hablábamos todos a la vez y si no hubiera sido porque JL nos los mostró en el momento, hubiésemos hecho de algo tan valioso un juego más de año nuevo y hubiésemos arruinado el momento. Pero gracias a la conducción eficaz de JL y a la paciencia que tiene, logramos crear un momento muy hermoso e inolvidable.
A un Compañero que hace muchos años recorre en La Escuela le tocó una tarjeta que decía “un momento negro” y contó cuál había sido para él su momento negro del año y qué había aprendido de eso. Porque no sólo nos acordamos de las “cosas lindas”, sino que también aprendemos a ver lo que no del año, lo “negativo” para estar atentos a no llevar eso al año que inicia. Y casualmente ese Compañero me había ayudado mucho en mis proyectos e incluso él, mi marido y yo creamos una actividad para niños y de un día para el otro, algo “negro” se había instalado y yo sentía mucha culpa y tristeza de cómo todo el entusiasmo del inicio se había disuelto. ¿Y porqué pasó eso? ¿Y eso que tiene que ver conmigo? ¿Y el perdón?
Eso mismo me pregunté cuando me di cuenta que estaba muy preocupada pensando en esa situación y por más que pensara y pensara, no le encontraba la vuelta. Hasta que decidí pensar con lo que JL nos enseñó del perdón. Nombré qué es lo que me dolía de la situación y me escuché. Una vez que dije claramente, en una palabra, qué me representaba esa situación, me sorprendí de llegar a una palabra que, desde que estoy en La Escuela, logré identificar que es algo que llevo a muchas áreas de mi vida: abandono. Busqué en mi historia escenas similares donde yo haya sentido lo mismo y recordé una escena de mi adolescencia que creía que ya había resuelto… pero que ahora, gracias a lo que esta nueva situación me mostraba, me daba cuenta que no. Y aunque es una escena muy triste de mi vida, darme cuenta que yo había “quedado atrapada” en esa escena familiar y que eso mismo lo llevo a todos lados por no haber perdonado; darme cuenta de eso fue muy liberador para mí. Y me obligó a preguntarme en qué otras áreas de mi vida repito esa escena y abandono lo que me llevó tiempo construir, para entonces reconocer que esa no soy yo y así dar una respuesta diferente, nueva. Y esto me lleva a un profundo viaje interior, porque esa nueva respuesta necesita ser sostenida en el tiempo, ya que la escena va a presentarse infinitas veces y cada vez me toca a mí reconocerla y elegir no perdonarme volver a repetir lo mismo.
Entonces en el momento negro, vi la oportunidad de entrenarme en el perdón y cuando el Compañero concluyó dije en la mesa lo que yo comprendía de lo que situación me mostraba de mí misma y le realicé un regalo a Gabriel, quien había sacado la tarjeta, agradeciéndole por el espejo que me había mostrado y por todos los aportes que me había realizado durante el 2018.
Y la escena fue totalmente diferente a lo que me hubiese podido imaginar de lo que es pedir perdón. ¡Fue mucho mejor! También me di cuenta de el valor que tiene lo que estamos aprendiendo, ya que tan sólo pensar en el perdón desde un nuevo lugar me hizo viajar a los lugares más profundos de mí misma y realmente preguntarme si realmente perdoné lo que quiero perdonar o no. Y esta simple anécdota es tan sólo el inicio de un viaje que gracias a que JL y Marcela trajeron el tema “a la mesa”, estoy iniciando ¡y quiero continuar!
Delfina Varela