¿Cómo reconocer un antes y un después en la vida?

Si pensamos en un concurso de escritura, quizá imaginemos seriedad, reglas y participantes que ya dominan la palabra. Pero el Concurso Alumnitos Argentina Te Escuchamos rompe los moldes de todo standar, atraviesa techos de Cristal, y genera oportunidades que te invitan a crecer. Es un puente hacia la vida, un llamado a escuchar, crear y soñar sin límites, que te exige y ayuda al mismo tiempo a ir más allá de lo que alguna vez pensaste que podías hacer , vivir y disfrutar.

Este es un relato corto  de un sueño que construye realidad propia y que se amplía en el tiempo, porque sigue escribiéndose. 

Dos chicas de Río Negro se animaron a escribir y, por primera vez, a tomar un avión lejos de sus padres con lo cual  eso es todo ya un desafio para chicas de un pueblo rural. Su cuento “Una leyenda de duendes” no solo ganó uno de los primeros puestos del concurso, sino que abrió la puerta a un mundo de posibilidades. Esa misma posibilidad que un día me hizo soñar con cantar en televisión en un importante programa de aire en una entrevista de Alumnitos  y lo logré gracias a desafiarme e ir más allá.  “Que se vengan los chicos de todas partes”, y ellas vinieron para que su sueño también fuera realidad.

En Noviembre de 2024 viajaron por primera vez a Buenos Aires para recibir su premio. Los jacarandás en la Avenida Libertador fueron un espectáculo para sus ojos adolescentes, una señal de sensibilidad y magia. En la jungla de la gran ciudad, las chicas veían esa inmensidad y pensaban en seguir escribiendo. La docente que las acompañó lo dijo con claridad: Alumnitos les cambió la vida y estimuló y las propulsó a que esa chispa de luz creciera más. 

Enseñarles a los chicos a crecer no nos fue dado; acompañar  ese vuelo es una decisión, es un antes y un después, e implica alargar circuitos en quien también está llevando esa función. Tuve el privilegio de acompañarlas en todo el proceso y lo mejor no solo fue el premio, sino lo que vino después. No solo llegaron a los medios locales y recibieron notas periodísticas al llegar a su pueblo, reconocimiento, saludos, felicitaciones y más alegrías: gracias a esta posibilidad que es Alumnitos, las chicas decidieron ir por más, llevar su historia al papel y compartirla con su querida provincia para que otros chicos se aventuren a soñar, a escribir, a crear. 

Esto implicó muchos circuitos que requieren decisiones: atravesar los “no puedo” o “no sé” y animarse. Crearon una rifa, la docente y los padres aportaron en el armado, en conseguir cada elemento, lograr imprimir el cuento y presentar con orgullo su cuento en las  bibliotecas de su provincia. Su creatividad se volvió acción, y su sueño, inspiración para otros.

Un año después, gracias a la propulsión y deseo que JL y Marcela  nos propusieron en el festejo Alumnitos previo a la premiación, para discriminar todo lo que sí venimos logrando y lo que es aun no, todo se ordenó y se amplificó en más y más crecimiento. Función paterna que invita a  Siempre en un “más allá” de lo preacordado,y el crecimiento fue la clave. Donde cada quien atraviesa su lugar de alumnito y se pone del lado de ir más allá. Confirmé que estas jóvenes van por más y que me estaban enseñando a mí que el sueño continúa, gracias a la visión de JL y Marcela: ir más allá, romper límites, atravesar el techo de cristal que Alumnitos simboliza y que ya les permitió tocar. Esa es una oportunidad para todos quienes participamos de Alumnitos: crecer y hacer de cada experiencia un antes y un después.

Aunque ahora las chicas estudian en escuelas diferentes, siguen soñando, cada una en lo particular. Escriben y proyectan su propia historia, tal como ese día, ya de regreso, escribían su próximo cuento sin esperas, sin noción de todo lo que vendría. Una historia de duendes que tomó vida, jugando con el tiempo y las posibilidades, con la imaginación. Desde el futuro, quizá estén creando su presente, tal como la enseñanza nos recuerda: cada paso, cada palabra, cada sueño, construye nuestra historia. Y el antes se transforma en un brillante después, siempre que el caminante no se frene en su camino.

Por eso, un antes y un después se da cuando se conmensura el crecimiento, y eso implica, entre otras cosas, alargar circuitos.

Marta Martínez
Responsable de Región Patagonia
Concurso Alumnitos Argentina Te Escuchamos