Miro mi muñeca: la pulsera de color me raspa un poco. Falta poco para que llegue mi turno: hacerme una foto en el trono de la película El Retorno. Excelente idea —y excelente concreción— para los momentos previos a la proyección, durante la Avant Premier. ¿De dónde habrán sacado ese sillón?, pensé, sabiendo que hubo muchos compañeros involucrados en conseguir uno que estuviera a la altura de la ocasión. Uno a uno vamos pasando a hacernos las fotos: algunos más serios, otros más risueños… todos por igual, sin considerar lo que José Luis y Marcela considerarían cuando hicieran sus fotografías diferenciales. Pero eso, aún, no lo sabía.
Me encuentro con compañeros; nos hacemos más fotos. Creo que nunca antes me había hecho tantas. Otra, con uno de los protagonistas (¡Tomás!). Hay familias e invitados de quienes colaboraron en la concreción de una película que será trascendental. Ellos mismos están allí, expectantes por recorrer un trabajo de meses que algunos habrán visto en mayor medida, otros en menor, pero que nadie conoce del todo. Un rompecabezas que muestra un cuadro nunca antes presentado así. Porque películas sobre Cristo hay muchas… pero una como El Retorno, sólo una.
De pronto escucho que llegaron José Luis y Marcela. Están Luzyo y Thomy. También otros familiares. Listos para hacer las fotos correspondientes con el sillón. Pero cuando veo que hacen lugar para que entre Mario, la mirada de Marcela, la atención y cortesía de José Luis ayudando a su suegro… mi mirada se empaña levemente. Es una emoción acompañada de sonrisa, llena de imaginario, intentando reconocer qué puede estar pensando y sintiendo una Marcela bellísima, vestida de blanco, con su pañuelo característico atado a la muñeca. Yo siento orgullo, alegría, admiración. Nuevamente, la consideración de José Luis hacia Mario, la atención puesta en los detalles, en una vista panorámica sin igual. La amorosidad y caballerosidad son cualidades que me Enseña vez a vez.
Finalmente, nos convocan a buscar una bebida y un tentempié, listos para entrar a la sala. El olor a pochoclo dulce, salado… el olor a cine. Los nervios de estar ante un evento que es claramente un Antes y un Después. Sólo una vez será la Avant Premier de El Retorno. El ruido de los paquetes abiertos, las tapas de botellas desenroscadas… ya todos en sus asientos.
La directora, junto al productor y a uno de los actores, pasa al frente para decir unas palabras.
¡Y qué palabras! Marcela se luce con su tono fresco, sentido y, a la vez, contundente, que cala hondo. De nuevo, lágrimas en los ojos… acompañadas de una sonrisa. Wow. ¿Esto va a ser así toda la noche? Me quedan grabadas dos palabras: Responsabilidad y Palabras. Las Palabras de la Responsabilidad. La Responsabilidad de las Palabras.
Y comienza la película. La música pone la vara alta desde el inicio, con una escena potente. El tiempo pasa y, aunque dura dos horas y cuarto, se me pasa volando. Río, lloro, me siento por momentos como el meme de Leonardo DiCaprio en Once Upon a Time in Hollywood, encontrando guiños, compañeros actuando como extras, cierta presentación del libro La Historia Oculta de Cristo en Italia. Capas y capas de cuestiones que uno puede encontrar, integrar, preguntar y repreguntar… una película de esas que uno quiere ver más de una vez, para seguir encontrando más y más.
Cuando se encienden las luces, somos muchos los que tenemos pañuelos en la mano, caminando lento, reflexivos. La película abre preguntas. No de esas películas húngaras en las que uno no entiende muy bien cuáles son, sino preguntas claras, que requieren que uno tome posición. Cada quien decide, pero las preguntas quedan; no se van a otro lado. El Retorno es un homenaje, hecho desde la Enseñanza, enseñando la Enseñanza, develando lo que sólo una obra había develado antes: La Historia Oculta de Cristo.
José Luis y Marcela permanecen en la sala junto a algunos familiares y al productor, mientras los demás nos dirigimos hacia un salón. Cuando entro, casi todo el público ya estaba allí. Un ágape exquisito, a la altura de un momento así. Disfrutá y aprovechá el momento…
Hablo con uno de los actores: la película es un Antes y un Después para él. Escucho conversaciones —cual espía en plena labor— y las impresiones son excelsas, especialmente respecto del vestuario… ¡y las preguntas que despierta! Sonrío más de una vez, entre bocado y trago (¡qué sabores!). ¡Qué lindo lo que está sucediendo! La película es como una piedra cayendo en un estanque quieto: las ondas llegarán a todas las orillas, con mayor o menor intensidad… pero nada puede quedar igual.
En un momento, cuando ya quedamos prácticamente los que integramos la Escuela, ¡se hacen anuncios! Una Palabra Maestra, guardada para un momento y alguien especial, vuela de José Luis a Marcela y marca también un Antes y un Después. Ese pequeño corro que formamos está lleno de entusiasmo, alegría y admiración por los futuros que se abren. Es enorme lo que se alcanza desde la Escuela y en la Enseñanza… y no sólo por lo que se alcanza, sino por desde dónde se alcanza Eso.
Y llega la tan esperada foto de José Luis y Marcela en el trono. Es impactante ver esas manos tomadas en la característica losange, los rostros brillantes… ¡y el sillón vacío! ¡La Sede Vacante! Reí, aplaudí, y me di cuenta de que no se me hubiera ocurrido. Ninguno antes nos habíamos hecho una foto así, y nos muestra desde la posición de cada uno, hasta la consideración que tuvieron de no hacerlo antes, sino cuando ya habíamos recorrido la película.

¡Cuántas emociones en unas horas! ¡Cuánto por recordar y atesorar de lo que sucede en Escuela, por la Escuela, y que no existiría si no existiera la Escuela! Y mientras vuelvo al departamento, pienso en el Antes y Después para mí…
Francisco Nicotra
Enseñante de la Escuela E.D.I.P.O.